Tomas G. Larraya
Sucesor de E. Meseguer. Editor 1956
Entre los lugares de África que con mayor maestría y arte
trabajaban los árabes el cuero, sobresalían: Fez, por las adargas, pieza del
atavío guerrero a la que por diversas circunstancias, entre las que ocupaba
valor destacado el arte, se les concedía alta importancia , ya que en el siglo
X existía el cargo de Prefecto de la Adarga en la corte de los reyes árabes de
Córdoba, y la que adornaban con diversos motivos y labrados por diferentes
procedimientos.
Según pueden verse en las que se conservan en la armería del
palacio real de Madrid y en algunos museos y colecciones particulares.
Túnez, por sus repujados, estampados y hasta mosaicos,
especialmente los que aplicaban a la confección de taha-líes “caja” en la que
solían guardar el Corán.
Y sobre todo la
ciudad de Gadamés (Sahara), por los cueros labrados y estofados que tanta fama
alcanzaron que de ella tomaron el nombre de “Ghadamesí” que al españolizarse se
transformo en guadamacil.
Este es el más corrientemente usado, aunque don Francisco de Quevedo y Ambrosio
de Morales usaran el de guadameci.
La Academia de la Lengua admitía en su diccionario también el de guadalmecí, y en la Exposición
celebrada hace unos años en el Museo Provincial de Córdoba, que organizó
Enrique Romero de Torres, de bellísimos y escogidos ejemplares de tan vistosa y
atrayente labor, usaron el de guadamecil.